miércoles, 5 de abril de 2017

Incendio en el cerro del Tepopote.

Los fraccionadores son los responsables de quemar mas de 1000 hectareas clandestinamente de este bosque endémico con la intención de construir, hace tan solo unos dias ocurrió el desastre. Defendamos los bosques del occidente!


La Rivera del Río Santiago. Una de las regiones mas afectadas por la industria.

La rivera del Santiago comienza en la salida de la cuenca de la laguna de Chapala, Jalisco; pero no es sino hasta cuando su caudal atraviesa la región de El Salto- Juanacatlán que uno de los corredores industriales mas grandes de latino América vierten sus residuos al Río. Esto a traído como resultado: Enfermedades, desaparición de la flora y la fauna e industrialización de las comunidades rurales. Estas fotos fueron realizadas en la región de El Salto- Juanacatlán y en la región de los pueblos de la barranca.














martes, 4 de abril de 2017

El burro. Por: Roberto Bolaño.

El burro

A veces sueño que Mario Santiago
viene a buscarme con su moto negra.
Y dejamos atrás la ciudad y a medida
que las luces van desapareciendo
Mario Santiago me dice que se trata
de una moto robada, la última moto
robada para viajar por las pobres tierras
del norte, en dirección a Texas,
persiguiendo un sueño innombrable,
inclasificable, el sueño de nuestra juventud,
es decir el sueño más valiente de todos
nuestros sueños. Y de tal manera
cómo negarme a montar la veloz moto negra
del norte y salir rajados por aquellos caminos
que antaño recorrieran los santos de México,
los poetas mendicantes de México,
las sanguijuelas taciturnas de Tepito
o la colonia Guerrero, todos en la misma senda,
donde se confunden y mezclan los tiempos:
verbales y físicos, el ayer y la afasia.
Y a veces sueño que Mario Santiago
viene a buscarme, o es un poeta sin rostro,
una cabeza sin ojos, ni boca, ni nariz,
sólo piel y voluntad, y yo sin preguntar nada
me subo a la moto y partimos
por los caminos del norte, la cabeza y yo,
extraños tripulantes embarcados en una ruta
miserable, caminos borrados por el polvo y la lluvia,
tierra de moscas y lagartijas, matorrales resecos
y ventiscas de arena, el único teatro concebible para nuestra poesía
Y a veces sueño que el camino
que nuestra moto o nuestro anhelo recorre
no empieza en mi sueño sino en el sueño
de otros: los inocentes, los bienaventurados,
los mansos, los que para nuestra desgracia
ya no están aquí. Y así Mario Santiago y yo
salimos de la ciudad de México que es la prolongación
de tantos sueños, la materialización de tantas
pesadillas, y remontamos los estados
siempre hacia el norte, siempre por el camino
de los coyotes, y nuestra moto entonces
es del color de la noche. Nuestra moto
es un burro negro que viaja sin prisa
por las tierras de la Curiosidad. Un burro negro
que se desplaza por la humanidad y la geometría
de estos pobres paisajes desolados.
Y la risa de Mario o de la cabeza
saluda a los fantasmas de nuestra juventud,
el sueño innombrable e inútil
de la valentía.
Y a veces creo ver una moto negra
como un burro alejándose por los caminos
de tierra de Zacatecas y Coahuila, en los límites
del sueño, y sin alcanzar a comprender
su sentido, su significado último,
comprendo no obstante su música:
una alegre canción de despedida.
Y acaso son los gestos de valor los que
nos dicen adiós, sin resentimiento ni amargura,
en paz con su gratuidad absoluta y con nosotros mismos.
Son los pequeños desafíos inútiles -o que
los años y la costumbre consintieron
que creyéramos inútiles-los que nos saludan,
los que nos hacen señales enigmáticas con las manos,
en medio de la noche, a un lado de la carretera,
como nuestros hijos queridos y abandonados,
criados solos en estos desiertos calcáreos,
como el resplandor que un día nos atravesó
y que habíamos olvidado.
Y a veces sueño que Mario llega
con su moto negra en medio de la pesadilla
y partimos rumbo al norte,
rumbo a los pueblos fantasmas donde moran
las lagartijas y las moscas.
y mientras el sueño me transporta
de un continente a otro
a través de una ducha de estrellas frías e indoloras,
veo la moto negra, como un burro de otro planeta,
partir en dos las tierras de Coahuila.
un burro de otro planeta
que es el anhelo desbocado de nuestra ignorancia,
pero que también es nuestra esperanza
y nuestro valor.
Un valor innombrable e inútil, bien cierto,
pero reencontrado en los márgenes
del sueño más remoto,
en las particiones del sueño final,
en la senda confusa y magnética
de los burros y de los poetas.

Praxis Filosofica ante la identidad cultural. Por: Horst Matthai.

PRAXIS FILOSOFICA ANTE LA IDENTIDAD CULTURAL

Cuando en los años cincuenta decidí dedicarme a la filosofía, lo hice a razón de un encuentro fortuito con un filósofo mexicano: el doctor Eli de Gortari, a quien respeto por la brillantez de su mente, si bien no concuerdo con algunas de sus posturas filosóficas.
  Yo había solicitado a la UNAM mi ingreso a la carrera de psicología con miras de comprender a fondo la compleja estructura de aquel extraño ser llamado hombre, tan desgarrado en su conciencia desde que la naturaleza libero de las rígidas ataduras de sus instintos, dotándolo de la capacidad de elegir. Sin embargo, debido a un error del empleado universitario encargado de procesar dichas solicitudes, fui enviado a entrevista con el doctor De Gortari, asesor para los aspirantes a estudiar filosofía, en vez de con el doctor José Luis Curiel, el entonces asesor para los aspirantes al estudio de la psicología. A los pocos minutos de escuchar el discurso del doctor De Gortari e interrumpiéndolo, le hice ver la ausencia de referencias a temas relacionados con la psicología, quedando al descubierto la confusión y ofreciendo el asesor ponerme en contacto con el asesor de psicología. Para entonces, empero, me habían impresionado las exposiciones de De Gortari de manera tal, que decidí allí, precisamente, quedarme en filosofía.
  Al igual que ustedes –por su propia experiencia comprenden mejor que muchos otros-, tuve que pasar la crisis de todo novato que osa entrar en esa dimensión sin límite que solemos llamar filosofía, crisis que, ya algo avanzados los estudios, desembocaba en la pregunta: ¿Para qué tanto pensar de tan gran número de décadas, y tuve que convencerme de que la tajante división entre “interpretación” y “transformación”, efectuada por Carlos Marx en su famosa XI tesis sobre Feuerbach. Desde entonces han pasado un buen número de décadas, y tuve que convencerme de que la tajante división entre “interpretación” y “transformación”, efectuada por Carlos Marx, términos que podríamos traducir como “teoría” y “praxis”, no hacen justicia cabal a tantos pensadores que Marx delegara al área de la primera de estas categorías. Es por esto que el tema de la praxis filosófica me parece merecedor de un radical replanteamiento por considerarlo de gran importancia para los tiempos venideros.
  Habrá que reconocer que no es reciente la idea de la praxis, puesto que la encontramos de los albores de la filosofía. Puede que no haya ocupado un lugar predominante por no haberse separado aun de las nociones de contemplar la realidad –la teoría- y la de actuar sobre ella –la practica-, esto debido a que en una época muy remota el ser humano se consideraba uno con la naturaleza, como nos lo describe Engels1,  dato además corroborado en el área de la lingüística a través de la seudo primera persona de la dual en diátesis media en el antiguo griego.2 Allí se expresaban por una sola forma gramatical en el nominativo y el acusativo, siendo idénticos sujetos y objeto, como también una sola forma hacía las veces de genitivo y dativo, ya que el “del” y el “al” se fundían. En realidad nos encontramos aquí en su apariencia primitiva con o que hoy llamaríamos individuo, entendiendo individuo como lo indivisible y, por ende, ilimitado noción que los griegos manejaban como átomo o, ya en un feudo dialectico, implícito en aquel dual originario, como la díada infinita de los pitagóricos.3
  Los paleontólogos y los antropólogos estiman en unos cuatro millones de años el tiempo desde que nuestros ancestros iniciaron su marcha desde el nivel animal, del cual emergieron y se alejaron, hacia lo que solemos llamar el nivel humano. Sin embargo, estando a la vista el enorme abismo que separa lo uno y lo otro, será licito conjeturar acerca de la presencia de algún patrón de conducta –hoy diríamos método, quizá descubierto accidentalmente por aquel lejano ancestro nuestro o, mejor dicho aun, intuido por alguna lejana ancestro- que haya hecho posible semejante monumental hazaña. Insistimos en esto por considerar que una praxis filosófica, al igual que cualquier otra, sin la participación e, incluso, posible dirección por parte de la mujer, está condenada al fracaso, conspicuo a cualquier observador de la historia de los últimos milenios. No será accidente la concomitancia del poder de las tres grandes religiones monoteístas, a saber, la hebrea, la cristiana y el islam, todas ellas empeñadas en denigrar a la mujer y excluirla de la toma de decisiones; ante aquellas también enmudecieron las voces de las sibilas de la antigua Grecia,4 del santuario ateniense de Palas Atenea o del efesio de Artemisia, y hasta las filósofas.
  Asclepigeneia de Atenas5 e Hipatía de Alejandría, asesinada por la chusma cristiana.6

LA PRAXIS FILOSOFICA
  En el antiguo griego, la palabra praxis deriva del verbo πασσω   y este de la partícula  περα que significa “más allá”,  en el sentido de un movimiento excediendo determinado espacio pero también tiempo. De ahí πασσω denota atravesar, es decir, llevar a cabo, ejecutar, producir, lograr, realizar, pero siempre con la idea fundamental del alcance de una finalidad,7 de modo que la praxis originalmente denotaba el logro o el éxito de alguna acción. Así encontramos ya en época de Homero el uso de ese terminó, tanto en la Iliada8 y la Odisea.9 Pero si hay praxis únicamente cuando la acción ya contiene dentro de si, aunque sea de manera implícita, la finalidad anhelada, no puede haber sino praxis filosófica, ya que solo en ella se abren los horizontes en los cuales dicha finalidad se muestra en su infinita concreción.
  Para algunos, la historia de la filosofía ofrece un cuadro perplejo, provocando aquel conocido comentario de que: lo único en que se ponen de acuerdo los filósofos es en no estar de acuerdo. Para los filosofantes, empero, sería extraño si así no fuere, pues ¿Cómo podría una realidad infinita e ilimitada construirse una cosmovisión única e inmutable? Mas, siendo igualmente infinita la variedad de los individuos10 y habiéndose descartado, a través de Descartes, Hegel, Husserl, los ingenuos postulados deterministas y objetivistas,11 se abren para la filosofía dimensiones prestas a recibir los siempre nuevos planteamientos que la incesante dinámica de la realidad exige. Aquí hay, sin embargo, otro aspecto de importancia, difícilmente captable por personas ajenas al quehacer filosófico e, incluso, por algunos filósofos, que es el de la engañosa estabilidad de ciertas posturas filosóficas. Aludimos aquí a la dialéctica ya señalada por Hegel en la Fenomenología del espíritu, donde contrapone la aparente lentitud del proceso cósmico con lo repentino de lo que él llama salto cualitativo. He aquí sus palabras:
El espíritu, ciertamente, no permanece nunca quieto, sino se halla siempre en movimiento incesantemente progresivo. Pero, así como en el niño, tras un largo periodo de silenciosa nutrición, el primer aliento rompe bruscamente la gradualidad del proceso puramente acumulativo en un salto cualitativo, y el niño nace, así también el espíritu que se forma va madurando lenta y silenciosamente hacia la nueva figura, va desprendiéndose de una partícula tras otra de la estructura de su mundo anterior y los estremecimientos de este mundo se anuncian solamente por medio de síntomas aislados; la frivolidad y el tedio que se apoderan de lo existente y el vago presentimiento de lo desconocido son los signos premonitorio de que algo otro se avecina. Estos paulatinos desprendimientos, que no alteran la fisonomía del todo, se van bruscamente interrumpiendo por la aurora que de pronto ilumina como un rayo la imagen del mundo muevo.12
  Lo grandioso de la dialéctica hegeliana, empero, es la ausencia de toda restricción, ya que en ella armonizan lo positivo y lo negativo, lo universal y lo particular, el ser y el no ser, espíritu y materia, así como cualquiera de las demás oposiciones discernibles en la naturaleza, de modo que la anterior metáfora es igualmente aplicable a lo singular. Con ello queremos decir que también en el individuo se lleva a cabo aquel proceso del paulatino desmoronamiento de las estructuras del pensar filosófico. También en el –empleando las palabras de Hegel- sería la frivolidad y el tedio que se apoderan del pensamiento ya logrado, a no ser que pueda mantener vigente a dinámica analítica y sintética de su mente a la par con el incesante acaecer de su entorno.
  En efecto, para Hegel el individuo universal, el espíritu universal, es la ciencia, la sabiduría, es decir la filosofía, que se muestra como algo irreal, sin embargo, mientras no se concretiza como autoconciencia en el individuo singular. Es en este contexto, Hegel distingue entre individuos de inferior y de superior nivel,13 siendo indispensable para uno como para el otro recorrer “las frases de formación del espíritu universal”, pero para el de nivel superior será menester hacer suyas las frases ya recorridas mediante el proceso pedagógico, semejante al que estudia una ciencia superior, y debe evocar el “recuerdo” de los conocimientos preliminares. A muchos les parecerá atrevido ver en esto una analogía con la teoría platónica de la reminiscencia expuesta en el Fedoon,14 porque para Hegel es aún vigente –por lo menos así parece- la idea del Estado como la encarnación del espíritu universal. Tengamos presente, empero, que este filosofo laboro bajo la sombra del absolutismo prusiano, una vez instalado en su catedra en la prestigiosa Universidad de Berlín, de modo que, como tantos otros filósofos a través de la historia de esta ciencia, lisonjeaba a sus amos desarrollando, en el caso de Hegel, como la primera de sus grandes obras berlineses, la Filosofía del derecho o del Estado.15 El verdadero Hegel, sin embargo, décadas antes tuvo que esconder –como también lo hicieron otros tantos pensadores a través de la historia de la filosofía- su pensamiento auténtico. De ello tenemos la vista elocuente testimonio del propio Hegel en la carta que dirigió a Schelling el 16 de abril de 1795, donde dice: “siempre, sin embargo, quedará una filosofía esotérica –la idea de Dios como la del yo absoluto pertenecerá a ella”.16  Hemos de ser cautelosos, por tanto, en nuestra labor interpretativa del pensamiento de los grandes filósofos, en especial del propio Hegel, y ver tras lo aparente siempre aquel otro sentido oculto, característica de lo que solemos llamar esotérico. Y como aquel “yo absoluto” no es, para Hegel, sino la referencia al espíritu o individuo universal,17 nos falta tan solo mostrar la identidad de este último con el individuo singular arriba mencionado. Esto no tropieza con mayores obstáculos, si nos percatamos como ya he mencionado, que para Hegel el individuo singular es la autoconciencia del individuo singular. El proceso mediante el cual el individuo singular deviene individuo universal es a través de la asimilación, por parte de aquel, de lo que Hegel llama su naturaleza inorgánica,18 constituyendo está, es decir, la naturaleza en general, como Marx lo aclararía más tarde, su cuerpo inorgánico.19 Y, en efecto, ser individuo singular y devenir individuo universal, es decir, ser autoconsciente, implica para Hegel, como precondición, “el puro conocerse a sí mismo en el absoluto ser otro”,20 no siendo el absoluto ser otro otra cosa que la naturaleza en su enteridad en cuanto entorno nuestro o, en el lenguaje de Marx, nuestro cuerpo inorgánico.
  Ahora bien, en diferentes individuos –y no serían diferentes individuos como dice Marx en la Critica al programa de Gota,21 si no fueran desigualdades- también es diferente el proceso de devenir individuo o espíritu universal, consideración justa si tomamos en cuenta el carácter fenoménico de dicho proceso. De ahí que Hegel titula su magna obra Fenomenología del espíritu, que no describe el devenir del espíritu universal de una manera abstracta, sino tal como se lleva a cabo en cada individuo concretamente. De hecho, podemos decir que no hay tal cosa como el espíritu universal sino en la medida en que devenga en los individuos, pues para Hegel el espíritu no elevado aun al nivel de la conciencia de sí mismo en el individuo concreto es mera sustancia, es decir, la naturaleza en general. Mas, como Hegel en su Filosofia del derecho identifica al espíritu universal con el Estado, asentando además esta identidad en un principio religioso,22 nos enfrentamos a una contradicción merecedora de ser aclarada antes de proseguir con nuestra exposición.
  Por lo pronto, Hegel niega la relación contractual como la naturaleza del Estado, volteándose con ello contra Rousseau23 y también contra Fitche, considerando, en cambio, al Estado como la realidad de la idea moral que, como el espíritu del pueblo, constituye la ley. Sin embargo, la historia ha mostrado la fragilidad de esta noción del Estado como una sociedad basada en derecho, como Finkielkraut:
El “nosotros” incluye constantemente al “yo”; nadie se escapa de su entorno, todo sujeto es un actor, pero haga lo que haga, es la sociedad en que vive la que define su papel y, como si fuera el apuntador, le indica sus entradas en escena. Bajo la apariencia fascinante de una democratización de la cultura y de una transformación del hombre concreto, las ciencias sociales llevan a cabo una verdadera transmisión de poderes: la calidad del sujeto se transmite del individuo al grupo: es la comunidad la que tiene la identidad propia y vida interior, en tanto que los individuos no son más que intermediario o portavoces indispensables de esa personalidad.25
Entonces una sociedad, tal como la define Rousseau,26 en la cual los individuos concierta entre si voluntariamente el contrato social, no es existente, como tampoco lo es el Estado en sentido hegeliano. No puede, por ende, hablarse de una praxis filosófica en un sentido colectivo, ya sea ideológico o teológico, quedando con ello abierta la discusión acerca de una praxis filosófica individual. Asombra la actualidad del tema colectividad versus individualidad, no tanto en el área del sociólogo, del antropólogo o del politólogo, más si en la del filósofo, pues el más somero asomo a la historia divulga el carácter eminentemente individualista de la filosofía, cosa por demás lógica, ya que el filósofo, en vez de “cachos” o “partes” de la realidad, investiga la totalidad de la misma. Esto significa que en la filosofía no se agregan conocimientos a otros anteriormente ya logrados, como sucede en las demás disciplinas, sino se replantea cada vez desde sus principios la problemática filosófica entera.27 La radicalidad implícita en esta manera de ser filosofo no puede ser sobrestimada: en primera, por lo ilimitado de los horizontes abarcados por su pensar, lo cual excluye toda noción de conexión o participación empírica; en segunda, por el rescate del pensar metafísico mediante la identidad de pensar y ser, desdeñosamente llamado por Villoro28 la enfermedad de la razón totalizadora; en tercera, la fusión de pensar y hacer, precisamente por dominar el pensar totalizador la enteridad de las funciones del organismo vivo. Pensar filosóficamente y actuar sobre sí mismo al igual que sobre su entorno son, pues, concomitantes, aunque para ello sea menester, a falta de referentes empíricos, un punto de apoyo propio. El punto de apoyo que los pensadores tenían a la mano en la antigüedad olvidado durante largo tiempo pero rescatado en época reciente, fue el famoso dicho de Arquímedes: “Dame donde estoy, y moveré al mundo”,29 expresando de nuevo por Einstein en el presente siglo, cuando sugirió solo admitir oraciones de la forma “el intervalo temporal es de 10 segundos, en relación con el sistema de referencia S”.30
  He aquí dos eminentes hombres de ciencia que coinciden en la selección de un referente eternamente subjetivo, pues tanto el punto de Arquímedes como el sistema de referencia einsteinianno carecen de objetividad alguna y no son más que declaraciones de, valga la expresión, “mayoría de edad” del ser humano, harto de estar considerado apéndice o “criatura” de algún ser superior. Y, en efecto, como dice Philip Frank –a quien debemos la anterior cita einsteiniana-, “nadie puede ser persuadido a aceptar recomendación, si no le parece”, 31 más si es el reto al cual todo ser pensante se verá expuesto, y cuya decisión dependerá de la respuesta que todos tendremos que dar al cuestionamiento de los científicos del Club de Roma: “El meollo del asunto no es tan solo si la especie humana pueda sobrevivir, sino aún más si puede sobrevivir sin caer en un estado de existencia carente de valor”.32

LA IDENTIDAD CULTURAL
La serie Raíces, televisada a través de estaciones estadounidenses hace algún tiempo, simboliza, quizá de la manera más clara, el anhelo del ser humano de halar su origen y, con ello, una finalidad que de sentido a su existencia. Pero este anhelo brota de la renuncia de adquirir su radical soledad, acompañante inevitable de la para el consabida libertad,33 de manera que, como Sísifo, mueve siempre de nuevo la pesada piedra de la búsqueda de su identidad, solo para descubrir vez tras vez su transitoriedad, esto debido a lo fútil del perseguir fuera de si lo que únicamente existe en lo más íntimo de su ser.
  Mucho se habla de cultura en nuestros días, entendiendo algunos bajo este concepto el desarrollo de nuestras facultades intelectuales.34 Otros, como Herder, ven en la cultura el devenir histórico de un pueblo, el inicio, el desarrollo, la consumación y eventual disolución de la forma de vida de naciones, pueblos o comunidades humanas. Pero unos como otros sustraen la noción de cultura de la esfera del individuo para colocarla en la del grupo. Lo último coincide con la noción generalmente aceptada de que en las llamadas culturas primitivas el individuo se consideraba parte de un todo social mayor,35 más nosotros rechazamos todas estas interpretaciones y postulamos, con apoyo a la prístina formal del dual –ya tratada al principio de este escrito- que el individuo era el grupo y, más aún era la totalidad. He aquí la perfecta identidad cultural. La dialéctica implícita en ello, aunque reconocida generalmente, la mayor de las veces no es comprendida en su aspecto jerárquico, porque si bien el grupo solo vive en los individuos, esto no quiere decir que los individuos solo viven en el grupo, pudiendo abandonarlo cuando así lo desean. Existe amplia evidencia empírica al respecto, como por ejemplo, en Baja California el caso de los pai pai, en peligro de extinción  por la falta de individuos que se identifiquen con su cultura ancestral. También un pensador de la talla de Levi- Strauss -distanciándonos de su concepción de las estructuras sociales como entidades objetivas- afirma que “el hombre no concreta su naturaleza en una humanidad abstracta sino en culturas tradicionales”.36 Si nos preguntáramos, sin embargo, donde se hallan tales culturas, será necesario primeramente aclarar que es propiamente cultura.

EL ORIGEN DE LAS CULTURAS
  Los organismos vivos se distinguen de la demás materia por su excitabilidad e irritabilidad. Cada uno es un sistema complejo, altamente organizado, capaz de utilizar la materia y energía del medio ambiente por medio de cadenas integradas y autoestablecidas de reacciones físico químicas”,37 quedando así capacitado para crecer, regenerarse y reproducirse. En el nivel de la vida animal esto de complementa con las estructuras instintivas. Ya Darwin había relacionado la variabilidad observable en individuos o grupos de organismos con las condiciones de vida a las cuales se veían expuestos,38 de modo que las diversas conductas de unos y otros formaban las bases de la teoría de la evolución de este autor. Pero ciertamente también los humanos mostramos semejante variabilidad en nuestras conductas, siendo justificada la inferencia de que algunos individuos serían más capaces que otros de sacar las conclusiones correctas acerca del mundo circundante y actuar adecuadamente.39 Aquí las nociones de lo correcto y de lo adecuado se entienden en función de la probabilidad de sobrevivir, reproducir y, por consiguiente, competir en el proceso evolutivo.
  Ahora, si bien esto es aplicable a todos los organismos vivos en el nivel humano esta competencia se ha estado desplazando del organismo individual hacia el colectivo. Si aquí hablamos de colectividad, no nos referimos a la especie, pues ni el individuo ni la especie son los portadores de la evolución, sino más bien clanes o tribus que respaldan los intentos evolutivos de los individuos, manteniendo en un estado de estabilidad el nivel evolutivo ya alcanzado Tal nivel ya alcanzado se muestra al observador como una cultura. En ella los individuos pertenecientes al clan o a la tribu tienen a su disposición una plataforma que les sirve de trampolín en sus intentos de superación evolutiva. Pero tal plataforma de suya no evoluciona, ya que la gran diversidad de los individuos, que constituyen la colectividad, neutraliza, a través de la reproducción –se atraen los opuestos: gordo-flaco, alto-bajo, avaro-gastador, etcétera-, cualquier desviación de lo que en cada cultura representaría una norma. Una cultura, pues, es intrínsecamente estable, salvo cuando dos o más culturas se fusionan y se condenan a la inevitable decadencia. Esto se debe a que una cultura forma un todo orgánico, de una gran diversidad de valores, pero que brota de una sola pareja que a través de su progenie desemboca en aquel clan o tribu ya citado. Esto era el significado prístino de la gens romana que, según Cicerón, estaba formada por personas del mismo nombre gentilicio que se preciaban por tener un ancestro común. Otro tanto sucede con el δημοζ ático en la antigua Helade.40 En épocas posteriores, empero, las connotaciones de ambos términos ya habían palidecido y expresaban tan solo vecindades adjudicadas arbitrariamente.41 La importancia del cambio tan notable que sufrió el concepto de clan o tribu no puede sobrestimarse, pues encierra el olvido de la dinámica que por largos tiempos aseguraba la evolución de la especie humana.
  También habrá que entender que la estabilidad de una cultura, tal como la hemos definido, no depende de algún aislamiento físico o sociológico, como lo demuestra la convivencia, pero a la vez nítida separación, en la sierra de Puebla, de las culturas totonaca y mexicana. Allí ocupan el mismo territorio ambas culturas, colocándose los núcleos de la primera en los lugares bajos, de clima caluroso y abundante en agua, más los de la segunda en los lugares altos, de climas más templado y carente de agua en las cercanías inmediatas.
  La mayoría de las culturas indígenas de México se mantuvieron en su presente forma desde los días de la conquista, destructora de los poderosos imperios, que acaso no fueron más que insignificantes hitos históricos –más adecuadamente definibles, quizá, como civilizaciones-. Spengler ya había señalado el carácter ahistórico de las antiguas culturas,42 y consideramos este aspecto uno de los más sobresalientes también de las culturas indígenas de nuestro continente, referible únicamente a las mismas en sus fases pre y postimperiales. Con ello queremos indicar el papel que los individuos jugaban y juegan en ellas. En sus investigaciones biológicas, Droscher cita el caso de los onagros de Etiopia, únicos que aún viven en libertad: “no existe ordenación jerárquica, ni opresión, ni obediencia.  Todos y cada uno de ellos son individualistas al máximo y para ellos su libertad es lo más importante, está por encima de todo”.43 Que extraño que tengamos que recurrir al reino animal –también sugerido en el subtítulo de la obra de este autor: Sobrevivir. La gran lección del reino animal- para poder caracterizar a los humanos que todavía pertenecen a una autentica cultura. Son, pues, individuos, inaceptables en civilizaciones que consideran el individualismo una herejía, meritorio de una radical extirpación.44
  Las que llamábamos culturas eran las que mantenían el equilibrio con su entorno, respetuosas de la naturaleza que les brindaba su sostén. Eran mas bien culturas de menos, donde el ideal era la fragilidad, el preocuparse solo por la indispensable de la existencia material, dejando margen para la conservación de milenaria sabiduría, depositada ya sea en los viejitos, como los huehueme de los mexicanos, ya sea en los filósofos, como por ejemplo, los cínicos griegos desdeñadores de toda ostentación y lujo. Aquellas otras, que designábamos civilizaciones, se distinguían de estas por el desarrollo de la técnica y por el anhelo de poder sobre la naturaleza y sobre los humanos. Para ello no se conformaban con los conocimientos necesarios para la sobrevivencia, sino convertían la adquisición de conocimientos en su propósito principal, entrando en una carrera desmesurada de lo más, tanto en la búsqueda de poder como en la adquisición de propiedades, tanto en la creación de bienes como en la extracción de materiales o materias primas que les servían de sostén.45 El crecimiento científico, técnico, económico y político, panacea de las sociedades modernas, redunda en la destrucción del entorno natural e, incluso humano mismo.46 La perturbación del delicado equilibrio atmosférico debido a la emisión de sustancias químicas gaseosas nocivas, provoca la paulatina elevación de las temperaturas climáticas y el consecuente deshielo polar a punto tal, que las naciones insulares levantan la voz de la alarma ante la inminente desaparición de parte de su territorio y, con ello de culturas enteras.47 Pero infinitamente mayor es el daño que el exagerado “cientificismo”, combinado con el historicismo, origina en la mente humana. Las civilizaciones, al convertir a los humanos en entes históricos, los atan de manera ineluctable al pasado. El mismo método científico parte de experiencias ya habidas para elaborar sus hipótesis. Así, la mayoría de los humanos –los sistemas educativos contemporáneos son ejemplo elocuente- no hacen sino “rumiar” el pasado en tediosa repetición. Nietzsche lo expresa claramente: “Hay un grado de insomnio, de rumiar, de sentido histórico, en que lo vivo queda dañado y finalmente perece, trátese de un hombre, de un pueblo o de una cultura”.48 Tan extenso es el problema, que algunos autores hablan de un “cierre” de la mente estadounidense49 que, como todos sabemos, funciona en una civilización dominada por la técnica en máximo grado. Pero nada supera en elocuencia el comentario ofrecido por Wolfgang Wild, presidente de la Universidad Técnica de Munchen, Alemania, quien, siendo el mismo destacado científico, califica de “tambaleante” lo que llama el orgulloso edificio de las ciencias naturales:

Apenas cuando por la revolución de la física moderna –en especial por las teorías de la relatividad y cuántica- los fundamentos aparentemente más seguros empezaron a tambalearse, se reflexionó acerca del cuestionable fundamento epistemológico, sobre el cual el orgulloso edificio de las ciencias naturales había sido construido durante todas estas décadas.50

  Tardíamente empiezan, pues, a escucharse voces en lo que Kirkpatrick Sale llama la tecnófiila europea,51 ven todo menos una bendición para la humanidad. Y hemos de tener presente, como el mismo autor señala acertadamente, que distintas culturas, como la china, a pesar de su capacidad para notables inventos como el papel o la pólvora, no cedieron ante la tentación de desarrollar una tecnología comparable con la europea que, hoy día, domina todo el planeta.
  Para admitir, siquiera a nivel hipotético, la posibilidad de la ascensión de nuevas culturas y, con ello, el eventual seguimiento evolutivo, ya no digamos humano sino cósmico, debemos, primero, librarnos de la noción, absurda a plenas luces, de que la nuestra sea la última y suprema cultura, o especie en cuanto organismos vivos. Semejantes nociones provienen, por lo menos en buena parte, de tradiciones religiosas, según las cuales el mundo fue hecho “para” el hombre, sintiéndose este autorizado para explotarlo a su antojo. Es cierto que Génesis 1.2:15 claramente señala que el jardín del Edén le fue dado al hombre para labrar y cuidarlo, sin embargo, desde la edad media creció el énfasis en adquisiciones materiales, en la acumulación de recursos naturales52 y en la explotación de los humanos –siempre legitimadas por la expansión de la fe-. En contraste, las religiones americanas, y también muchas de las asiáticas, fomentaban una actitud compasiva hacia la naturaleza en general, pero hacia las formas vivas en especial, de lo cual, para dar un ejemplo, en la     India el budismo y el jainismo son testimonios elocuentes.53 Nietzsche, en otra de sus obras y en un tono casi profético, define esta actitud que, desafortunadamente, ya no cabía en la Europa de sus días, como tampoco cabe en la actual civilización planetaria:

Les daré a ustedes, mis amigos, un ejemplo. Si queréis conducir a un hombre joven sobre el recto sendero de la educación, cuidad bien, de no perturbar el nexo ingenuo y confiado, algo así como personal e inmediato, del mismo con la naturaleza: a él deben hablar en sus propias lenguas el bosque y la roca, la tormenta, el buitre, cada flor, la mariposa, la pradera, la ladera de la montaña, en ellos debe reconocerse como en infinitos reflejos y espejismos, en un remolino multicolor ido de oscilantes apariencias; así de modo inconsciente, sentir mediante la gran metáfora de la naturaleza, la unidad metafísica de todas las cosas.54

Las que llamábamos culturas se distinguen, entre otros aspectos, por las lenguas que les son propias. La palabra cultura proviene del verbo colo e implica cuidar la siembra, habitar un lugar, cuidar física y espiritualmente; por la raíz indogermánica que, de la cual deriva según Georges; implica, además –significado generalmente ignorado-, “girando moverse” o “ser de manera dinámica”.55 Nos parece sumamente importante rescatar este sentido del término en cuestión, porque permite percatarnos de modo claro y distinto de la presencia de una autentica cultura. Ya en la antigua Helade encontramos en el Poema de Parménides la referencia a la identidad de “ser”, “pensar” y “decir”.56 Pero este “decir” o “hablar” adquiere mayor relevancia al darnos cuenta de que la lengua es el instrumento mediante el cual una cultura transmite, de generación a generación, de individuo a individuo, las tradiciones que la constituyen y la hacen ser distinta de las demás. “Tradición” deriva del verbo latín trado, de trans-do. Trado, tradere, según Georges,57 expresa: “entregar, fiar; poner a disposición; por escrito entregar, dejar; mediante enseñanza comunicar, presentar, instruir”.58 Aunque todas estas acepciones denotan su “tradicional” significado, no exhiben el subyacente sentido de la preposición trans, posiblemente debido al desgaste lingüístico habido a través del proceso histórico. Palabras como tra(n)scendencia o transpacífico aun muestran explícitamente la noción del “tra(n)slado” de una realidad a otra, mientras que el remanente de “tra”, por la misma elipsis de dos de sus elementos expresivos, pierde dicha connotación. Georges traduce trans “más allá de”, “sobre”, con la connotación “fuera de aquí” (Ciceron: trans montem, Cesar: trans Rhenum),59 y do, dare, dar, regalar, en especial “dar una dote”, dar una ofrenda a los dioses, darse a una cosa, dar de si mismo, engendrar.60
  Como se ve, los componentes de trans-do, de donde tradición deriva, remiten a algo muy profundo e implican una “frontera” caracterizada tanto por el dar o darse como por el “más allá”. El dar o darse, empero, topa con serios obstáculos, siendo uno de ellos la pertenencia de las personas a una colectividad que dejo de funcionar a causa del vertiginoso desarrollo tecnológico que provoca el cada vez más libre desplazamiento de las personas, contribuyendo a opacar los rasgos específicos que distinguen una comunidad humana de otra y, con ello, privándola de ser propiamente una cultura.
  Sin embargo, donde aún encontramos alguno de estos idiomas llamados “primitivos”, lo más probable es que la cultura que le corresponde sea más profunda, más rica en valores, susceptibles –debido a la subsistencia del idioma- de ser trasladados por medio de las “tradiciones” aun vivas en la misma. Al respecto tenemos los testimonios de dos emitentes científicos: Paul Radin y Guillermo von Humboldt. El primero de ellos sostiene que las lenguas aborígenes a menudo son más complejas que las nuestras, con vocabularios más extensos y palabras de denotación abstracta más frecuentes,61 atestiguando con ello que las estructuras mentales de tales poblaciones también deben haber sido –aunque actualmente no lo muestren al observador superficial- más complejas, más extensas y más abstractas, como lo denomina Radin. También Von  Humboldt apoya semejante tesis. Para el, los llamados salvajes muestran una plenitud y variedad que en mucho trasciende sus necesidades. Humboldt, incluso, opina que tales idiomas, a menudo considerados rudos e incultos, poseen excelencias en su estructura que superan a los nuestros.62 Semejantes criterios, expresados por estos investigadores, deberían hacernos ver la urgencia de preservar las culturas que, precisamente por haber conservado sus idiomas, avalan su plena vigencia.
  Nuestro continente, aparte de las muchas ya extirpadas a manos de los conquistadores y colonizadores, y de la civilización63 por ellos creada, aún conserva un número elevado de culturas, gracias, en buena parte, a una topografía tan escabrosa, que les sirvió de refugio eficaz durante los últimos cinco siglos. Hoy día, sin embargo, su sobrevivencia se encuentra seriamente amenazada, puesto que los medios de comunicación masiva como la radio, televisión y otros, así como un sistema educativo en una lengua extraña a dichas culturas, producen, de modo cada vez más acelerado, una enajenación tanto a sus costumbres como a sus tradiciones.
¿PRAXIS FILOSOFICA SIN IDENTIDAD CULTURAL?
Los aquí presentes, quizá salvo una que otra excepción, no pertenecemos a cultura alguna en sentido estricto, pues somos una amalgama de las más diversas razas, sin arraigo en un entorno formado por tradiciones homogéneas. Por tanto, es ilusorio hablar de identidad cultural, a pesar de lo cual, sin embargo, es la bandera de las sociedades modernas, por lo menos de las del llamado tercer mundo que, ante la presión política y económica de las grandes potencias, desesperadamente buscan un aglutinante capaz de mantener siquiera un semblante de mismidad. Pero aun entre aquellas se observan las ultimas escaramuzas de retaguardia ante el avance incontenible de una seudocultura simbolizada por Coca Cola, McDonald’s o churriguerescas diversiones a lo Disney.64
Tras dicha seudocultura, empero, se esconde algo más siniestro, que podríamos llamas la praxis no filosófica del hombre entregado a la técnica, quien se convirtiera en aquel “animal de rapiña”, tal como lo caracteriza Spengler.65 Esto sucedió cuando el ojo de este animal rapaz, ávido de dominar todo lo que vierte “teóricamente”,66 pero también y a la vez lograrlo “prácticamente”, transformó su mano en una herramienta de destrucción. Esto quedó genialmente simbolizado en la clásica obra cinematográfica 2001. Odisea del espacio. Allí, el precursor del hombre, un simio humanoide, sentado ante los restos de otros animales devorados por él y sus compañeros, juega con uno de los huesos de mayor tamaño y, accidentalmente pegando sobre el montón, lanza otro de los huesos al aire con gran velocidad. El simio mira aquel hueso con asombro, repite la hazaña, y se descubre como el inventor de la primera arma. Poco después, al acercarse un simio de mayor estatura, pero de otra manada, nuestro “héroe”, en vez de huir esconde tras de sí el enorme hueso y, al iniciarse el desigual combate, con certero golpe termina con la existencia del otro. Había nacido la técnica y, con ella, el homo bellicus.
  El nuevo ser se desarrolló con rapidez. Eliminó de su entorno las grandes bestias que le estorbaron; sometió a su voluntad fuerzas de la naturaleza como el fuego, el agua o los vientos; aprendió a pescar, a cazar, a sembrar y, mediante la división del trabajo, crear tipos de vida comunal que, en su nivel más elevado, lo convirtieron en ζωιον πολιτικον, en “animal político”, como eventualmente lo llamaría Aristoteles.67 Como tal desarrolloo el arte de  la política y, con ello, aquel modo de convivencia humana llamado Estado.68 Mas su ser homo bellicus solamente se había camuflado. Por cierto, la maza en la figura del enorme hueso, metastasiada de múltiples maneras a través de los tiempos y útil para la solución de los conflictos extraestatales, para la vida interna de la comunidad tomo la forma del voto –que también es un instrumento de poder- en el consejo tribal en la asamblea puublica.69 En otras palabras, la política es la arena en la cual los ciudadanos, de manera pacífica, allanan sus diferencias: homo bellicus cediendo el lugar al πολιτικον ζωιον aristotélico.
 
 Al presentarse, empero, divergencias entre ciudadanos de diferentes Estados, renace el homo bellicus, y la maza reclama sus derechos, trátese de la espada, del fusil o de la súper bomba. Nada más que ahora la lucha entre simio y simio toma la forma de la guerra;70 ya no son dos los que se disputan el poder, sino Estados enteros. Y la guerra aspira al sometimiento absoluto del adversario. Pero cuando una guerra se prolonga indecisa y se suspende por agotamiento, o termina con la victoria de uno de los contendientes y la derrota del otro, entonces la política toma el lugar de la guerra, incluso divulgándose como un verdadero motivo.71 Mas tal política hoy día la denominamos “geopolítica”, porque trasciende las fronteras de dicho Estado, si no los vastos horizontes del globo terrestre entero. Y fue precisamente a raíz de una guerra perdida72 que el concepto geopolitica73 se convirtió, a través de la escuela de Karl Hausshofer, en una poderosa arma mediante la noción de “espacio vital”, que le sirviera de logo a Adolfo Hitler en sus planes de conquista mundial.
  La geopolítica como modelo de expansión del territorio hizo escuela entre los dictadores de este siglo, cayendo en descredito entre muchos de los hombres de ciencia. Sin embargo, la política en su –valga la expresión- forma gestáltica, que sería precisamente la geopolítica, resurgió en las últimas décadas, ya que la interdependencia de  los países y su entorno geográfico se impuso como un hecho innegable. Por cierto, Hitler había muerto, mas no así la geopolítica, ella en cuanto política, sin perder su nexo inherente con la idea de la guerra. La intimidación, producto del mantenimiento de enormes ejércitos y armadas, tanto navales como aéreas, la dependencia mercantil de monopolios comerciales transnacionales, la vulnerabilidad cambiaria ante consorcios financieros internacionales, o en el dominio ejercido por las macroempresas de diversiones, son los elementos constituyentes de un nuevo sistema esclavista.
  ¿Y cual es la praxis de este hombre de la técnica? Sirva d ejemplo el siguiente acontecimiento: En 1957, en los montes Urales, entre Cheliabinsk y Kamensk-Uralsky, una superficie con una extensión de aproximadamente 110 km de norte a sur y de oriente a occidente, quedó contaminada a causa de una explosión atómica.74 De esta superficie, Zhores Medvedev,75 eminente bioquímico ruso, asigna 2 000 km2  a lo que él llama la zona caliente de contaminación intensa, lo demás considera zona de contaminación, Medvedev cita la de uno de los lagos en la zona afectada, donde en el agua había una concentración de estroncio-9076 cinco mil veces mayor que la máxima permitida en lagos con acceso al público, de acuerdo con la Enciclopedia soviética medica de 1968.
  En los años posteriores al desastre de los Urales, un gran número de científicos estudiaron los efectos del mismo77 sobre el medio ambiente. En el caso de los árboles se notó que la exposición a semejante contaminación mata al pino y el abedul en cinco a seis años, otras especies quedan reducidas en tamaño, mientras que algunos desarrollan una resistencia superior a las radiaciones. En algunas partes la capa superior del suelo fue levantada y depositada en lugares restringidos mediante cercas. Las plantas comunes sobre tales depósitos crecieron con formas distorsionadas, aludiendo la gente a “los cementerios de la Tierra”.78
  Para los animales en el suelo la contaminación fue altamente destructiva. Escarabajos depredadores se redujeron al 66% de su tamaño normal, sus larvas y otros insectos al 56%, pero animales que se alimentan de productos orgánicos en el suelo se redujeron a cerca del 1%.79
  Se observó un movimiento migratorio del estroncio-90 en el suelo y en los animales del suelo hacia insectos voladores, roedores, ranas, mamíferos mayores y pájaros. Las aves migratorias fueron las que llevaron la contaminación hacia áreas distantes como Irán, Turquía y el norte de Africa.80
  La evacuación del área contaminada en los Urales se llevó a cabo tardíamente, de modo que un gran número de personas estuvieron expuestas de manera prolongada a elevadas dosis de radiación. Debido a que las resultantes aberraciones cromosomales se pasan a las siguientes generaciones, no es posible calcular la magnitud del daño genético permanente por la falta de datos fiables.81 Mas adelante hablaremos de nuevo de esto.
Significativos fueron los intentos de falsificar o suprimir información que pudiera alertar a la humanidad acerca de la gravedad del desastre de los Urales en 1957. Mas tales intentos no se limitaron a las instituciones soviéticas,82 pues en Gran Bretaña, donde también ocurrieron accidentes resultando en contaminaciones radiactivas, sir John Hill, quien presidia la United Kingdom Atomic Energy Athority, calificó las revelaciones de Zhores Medvedev como “tonterías” (rubbish) y producto de la “imaginación”,83 mientras que en los Estados Unidos la CIA igualmente mantuvo secreta la información sobre los citados acontecimientos en la Unión Sovieetica.84  Cuando en 1971 se celebró una reunión internacional en Ginebra, en la que entre otros temas se discutieron asuntos relacionados con contaminaciones radiactivas, un reporte ruso sobre radioecologia en bosques no solo no fue traducido a otras lenguas, sino tampoco fue tema de discusión entre los participantes de la reunión. El personaje que dirigió la sesión radioecologica fue sir John Hill.85
  Ahora bien, el desastre nuclear de los Urales es tan sólo un caso típico de lo que sucede en nuestro planeta. En 1965, en la antigua Unión Soviética, hoy Kazajstán, en un lugar denominado Semipalatinsk, se creó un lago artificial. Lo construyeron destacamentos del ejército soviético. En conexión con un experimento diseñado para probar que armas nucleares podían cambiar el cauce de los ríos. Hoy día los habitantes de la región lo llaman el “lago atómico”, su radioactividad perdurara por veinte mil anoss.86 Era también aquí donde se llevaron a cabo múltiples explosiones atómicas sin que se evacuara a la población civil.87 Las consecuencias, ya no en la naturaleza en general, detalladamente descritas en lo anterior, sino en el ámbito humano, son alarmantes en alto grado: personas de 30 años con la edad mental de una de 5; de 42 años de edad midiendo 3 pies y medio de alto, con caras carentes de ojos o un solo ojo en el centro de la frente. No existen datos que peritan prever los posibles trastornos cromosomales, aun así, la población quedo deliberadamente expuesta a la radiación.
  En 1986 Chernóbil probó de nuevo lo frágil de la existencia humana inmersa en una civilización planetaria dominada por una tecnología corriendo amor,88 civilización que en 1989 emitió a la atmosfera 219 mil millones de toneladas motricas de CO2, 89 que en 1980 destruyó 17 millones de hectáreas de bosques tropicales, eliminando en el mismo año 50 000 especies de animales, y que anualmente descarga en los mares 6.5 millones de toneladas de basura.90
  Y que tiene que ver todo esto con la praxis filosófica? ¿Acaso homo sapiens, el ser filosofante, carga con la responsabilidad de lo que acabamos de ver? En contestación diré que si carga con ella. Carga con ella porque desde hace milenios excluyó a la mujer del proceso evolutivo, carga con ella porque permitió que le robaran su ser, depositándolo en un ser trascendente, irreal en cuyo nombre se han cometido los mas horripilantes crímenes, como en el caso de nuestro continente lo atestigua tan elocuentemente fray Bartolomé de las Casas. En la antigua Grecia, la intolerancia religiosa motivo el destierro o la muerte del que osare infringir los rígidos cánones; Anaxágoras, Protágoras, Sócrates y el propio Aristóteles lo ejemplifican. Entonces, si hace tres mil anoss los jonios emigraron de la Grecia continental fundando sus asentamientos en la parte oriental del mar Egeo, e iniciando poco siglos después aquel movimiento filosófico llamado el presocrático, ¿habra sido a causa de la ausencia de gobiernos opresivos o inflexibles tradiciones religiosas? El hecho es que todos los grandes pensadores de aquella época fueron jonios, salvo Empédocles, pero aun el vivió en la lejana Sicilia. Tal parece que la lejanía de los centros del poder y la cercanía de las fronteras estimula el pensamiento. Sabemos que Solón, Tales, Parménides, Pitágoras, y muchos otros de los filósofos arcaicos viajaron extensamente y de suyo vivieron en lugares de intenso contacto con otras culturas, lugares a la vez carentes de “vacas sagradas”, cuales encarnaciones de caducas ideologías. Observemos las obras de aquellos oebsadiresm aforísticas o sistemáticas y encontremos en ellas la verdadera praxis filosófica, inspiradora de incontables generaciones a través de los milenios. ¿Cómo podemos nosotros dar a los que nos siguen aquella chispa de la cual Platón habla en su séptima carta? He aquí el reto, dejen atrás los mausoleos de doctrinas modificadas, vengan a la frontera donde el aire es eterno cuestionamiento y vengan a filosofar con nosotros.

Notas Bibliográficas:
1Friedrich Engels, Dialextik der Natur, 3ª. ed., Dietz, Berlin, 1958, p.35: “con los griegos  -precisamente porque aun no habia avanzado al desmembramiento, al análisis de la naturaleza- la naturaleza todavía es contemplada como un todo, como algo entero”. (Traducción nuestra).
2Blas Goni y Atienza, Gramática griega, 15a ed., Aramburu, Pamplona, 1964.
3Sextus Empiricus 4 vols., R.G. Bury (trad.) , William Heinemann Ltd., Londres, 1960-1961. III, Adv. Phys., II, 261.
4La caldea, la libia, la delfica, la italic la samica, la helesponica, la frigia,  varias de ellas pintadas clandestinamente por Miguel Angel en la Capilla Sixtina
5Hija de Plutarco, tuvo contacto con Hipatia. Fue ella quien transmitió la doctrina secreta de su padre a Proclo.
6Pauly, Der kleine. Lexikon der Antike, 5 vols., Duestscher Taschenbuchverlag, Munchen, 1979, II, p.1273: A pesar de la posición extraordinaria que Hipatia ocupaba en Alejandria, fue asesinada en Junio de 415 por la chusma cristiana.
7Franz Passow, Handworterbuch der Griechi Srpache, 4 vols., WB, Darmstadt, 1983: En cuanto el logro de la finalidad emerge como concepto principal.
8 II 24.524: Pues ningún éxito se presenta mediante tan terrible gemido.
9Od. 10.202. Pero con todo el gemido no se produjo un actuar eficiente. * Homer, Odysee, Anton Weither (trad), 8ª ed., Artemis, Munchen, 1986.
10Edmund Husserl, Cartesianische Meditationen und Pariser Vortrage, Husserliana, vol. 1, Martinus Nijhoff, Haag, 1950, p.4: Filosofia es un asunto eternamente personal del que este filosofando. Se trata de su sapientia universalis, esto es, de su saber que tiende hacia lo universal –pero de un saber genuinamente científico, que puede justificar de manera absoluta desde el principio y en cada paso desde sus razones absolutamente diáfanas.
11Ibidem, p.5: “eine radikale Wendung vom naiven Objektivismus in einen transzendentalen Subjektivismos”(Un viaje radical de un ingenuo objetivismo hacia un subjetivismo tradcendental).
12G.W.F Hege, Fenomenología del espíritu, Wenceslao Roces (trad.,) FCE, México, 1966, p.12.
13Ibidem, p.21:”En el espíritu que ocupa un plano mas elevado que otro […]”.
14 73 A ss
15 Karl Rosenkranz, Goerg Wilhwlm Friedrich Hegels Leben, reimpr. de la edición de 1984, WB, Darmstadt, 1963, p.330: El primer trabajo literario mayor del cual Hegel se ocupó en Berlín, fue la elaboración su filosofía del derecho y del Estado.
16Briefe von un dan Hegel, Johannes Hoffmeister (ed.,) 3 vols. Felix Meiner, Hamburg, I, 1952, p.24
17Que le merecio a Hegel la acusacion de ser panteísta, como reporta Ritter en su Diccionario universal de la filosofía: “Federico Guillermo IV esperaba el nombramiento de Schelling a Berlin el remedio contra el legado del panteísmo hegeliano” Joaqui, Ritter, et al., Historisches Worterbuch der Philosophie, 8 vols., WB, Dramstadt, 1971-1992.
18Hegel, op. Cit., p.22: “la formación, considerada bajo este aspecto y desde el punto de vista del individuo (singular) consiste en que adquiere lo dado y consuma y se apropia su naturaleza inorgánica”.
19Carlos Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1944, “Die entfremdete Arbeit”, en: MEW, Dietz, Berlin, 1968, tomo complementario I, p.516. La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre, es decir, la natu-raleza, en cuanto ella misma no es cuerpo humano.
20Hegel, op. Cit., p.19.
21MEW, 19, p.21
22G.W.F.Hegel, Grundliniem der Philosophie des Rechts, 3a. ed., Fromann, Sturrgart, VII, 1952, 270: El estado es voluntad divina, como espíritu presente, que se desenvuelve hacia la figura y organización de un mundo.
23 Ibidem, pp. 75 y 257.
24Alain Finkielkraut, “La disolución de la cultura”, en: Vuelta, nums. 133-134, diciembre de 1987 enero de 1988, pp 37-45.
25Loc. Cit.
26 J.J. Rousseau, Du Contrat Social, Gamier Freres, Paris, 1954, p.253
27Friedrich Nietzsche, Werke, 3 vols., Karl Schkechta (ed.,) WB, Darmstard, 1966, Con cuanta certeza los varios filósofos llenan un cierto esquema fundamental de posibles filosofías siempre de nuevo.
28Luis Villoro, “Filosofía para fin de época”, en: Nexos, Mexicoo, D.F. mayo 1993, pp43-50
29Traduccion: Dame un punto de apoyo, y moveré el mundo. Cfr. Enc. Brit., 1957: give me a place to stand and I (will) move the earth”.
30 Philip Frank, Fundamentos de la física, UNAM, México, 1956, p.61 ss: “Einstein sugirió […] admitir únicamente oraciones de la forma el intervalo temporal es de 10 segundos, relación con el sistema de referencia S”.
31Loc. cit.
32El comité ejecutivo  del The Club of Rome en su comentario a Donella H. Meadrows, et al., The Limits of Growth. A Report for The Club of Rome’s Project  on the Predicament of Mankindm Pan Books, Londres, 1974, p.197: The crux of the matter is not only whether the human species will survive, but even more whether it can survive whout falling into a state of worthless existence”.
33G.W.F. Hegel, Voriesunge uber die Philosophie der Geschichte, XI, p. 553: La voluntad absoluta es esto, querer ser libre.
34Real Academia Espanola, Diccionario de la lengua española, 16ª. ed., Madrid, s.e., Año de la Victoria: “Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio las facultades intelectuales del hombre”.
35Margaret Schlauch, The Gift of Tongues, Nueva York, 1942, p.12: “in such tribes men could conceive of themselves only as parts of a larger social whole”.
36Claude Levi-Strauss, “Raza e historia”, en: Anthropologiie structurelle deux, Plon, 1973, p.385 (citado por Alain Finkielkraut, op. Cit., p.38).
37”Regularizacion de ópticos practicos”, Biologia, modulo II, Conalep, Mexico, 1992, p.9
38Charles Darwin, Die Abstammung des Mewchen und die geschlechtliche Zuchtwahl, 2 vols., 2a. ed., E. Schweizerbart’sche Verlagshandlung, Stuttgart, 1871, II, p.95:Lo que concierne las causas de la variabilidad, estamos en todos los casos en una gran ignorancia; solo vemos que la misma, en el caso de los humanos como de los animales inferiores, se encuentra en alguna relación con las condiciones de vida, a las cuales cada especie ha estado expuesta consecutivamente durante varias generaciones.
39Stephen W. Hawking, A Brief History of Time, Bantam, Nueva York, 1988, p12: “The idea is that in any population of self reproducing organisms, there will be variations in the genetic material and upbringing that different individuals have. These differences will mean that some individuals are better able than others to draw the right conclusions about the world around them and to act accordingly”.
40Der kleine Pauly, I, p.1482: “Demos. Urspr. Eine zusammen siedeinde Sippe” (Originalmente un clan asentado juntamente), II, p.743: Sus miembros llevan un nombre gentilicio común [Cic.Top.6: son miembros de una gens los que son del mismo nombre] y se aprecian ser del mismo linaje).
41Aristoteles,Ath. Pol.,21.
42Oswald Spengler, Der Untergang des Abends, 2 vols., Beck’sche Verlagsbuch, handlung, Munchen, 1921, I, p.11: Pero la cultura Antigua no poseyo ninnguna memoria en este sentido especifico, ningun organo historico.
43Vitus B. Droscher, Sobrevivir. La gran lección del reino animal, 2ª. ed., Planeta, Barcelona, 1980, p.250.
44Teilhard de  Chardin, Der Mensch im Cosmos, Verlag C. H. Beck, Munchen, 1959, p.238; tambien cfr. Martin Heidegger,” Die SEIT des Weltbildes”, en: Holzwege, 4a. ed., Vittorio Klostermann, Frankurt a M., 1963, p.85.
45Oswald Spengler, El hombre y la técnica, 2ª. ed., Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1947, p.12: “los epílogos del clasicismo humanista de la época de Goethe, despreciaban las cosas técnicas y las cuestiones económicas en general, considerándolas como extrañas y ajenas a la cultura”.
46W.Y. Evans-Wentz, The Tibetan Book of the Great Liberation, Oxford University Press, Oxford, 1969, pp.18-19: “Abuse of wordly learning leads to that destructiveness and retrogression of which me who live in this century are the witnesses”.
47”El agujero encima de la tierra”, en: Kultur Chronik, publicacion bimestral de la Republica Federal de Alemania, num.3, Inter-Naciones, Bonn, 1992 p.33: “El embajador en las Naciones Unidas del Estado de Vanatu –un archielago del océano Pacifico- declaroo een una conferencia sobre el medio ambiente celbrada por las Naciones Unidas en Nueva York que existe el peligro de que desaparezcan culturas enteras. Cuatro islas de las Maldivas, en el Oceano Indico, han tenido que ser ya evacuadas debido a la subida de nivel de llas aguas marinas”.
48Friedrich Nietzsche, Unzeitgemasse Betrachtungen, Werkem I, p.213
49Allan Bloom, The Closing of the American Mind, Simon & Schuster, Nueva York, 1987.
50Wolfgang Wild, “Was William Shakespeare und die Thermodynamik gemeinsam haben, Naturwissenschaften Geiteswissenschaften –immer noch zwei getrennte Kulturen? “ Die Welt, num.219, Samstag, 20 de septiembre de 1986, Sektion Geistige Welt, Seite 1.
51The Conquest of Paradise. Christopher Columbus and the Columbian Legacy, Knopf, Nueva York, 1991, p.89: Europe’s technophilia, its unchecked affection for the machine”.
52Kirkpatrick Sale, p.90: there was Europe’s special emphasis on material acquisition and resource accumulations”.
53Ibidem, p.88: “Buddhism and Jainism, taught a compassion for all living things”.
54Uber die Zukunft unserer Bildungsanstalten, en op. cit., III, p.232.
55Karl Ernst Georges, Ausfuhrliches Lateinisch-Deutsches Handworterbuch, 2 vols., 11a.ed., Hahnsche Buchhandlung, Hannover,1962, traduccion: Cultura, del latin colo, cuidar la tierra de siembra, habitar un lugar, cuidar fisica y espiritualmente, respetar y honrar una persona humana o una divinidad, deriva de la raíz indogermánica* quel, girando moverse, que, como el verbo griego πελομαν denota “ser” de manera dinámica.

56 8.35-36: Traduccion del griego: No fuera del ente, en el cual estaa  como algo habiendo sido dicho, encontraras el pensar.

57Ver op. Cit.

58Ibidem

59”mas alla de, sobre la montana, Ciceron, sobre el Rin, Cesar, sobre […] hacia, sobre […] hacia fuera”/

60”gebenm schenken, zur Mitgift geben, den Gottern ein Weihgeschenk darbringen, sich einer Sache hingeben erzeuger”

61Primitive Man as Philosopher, Dover, Nueva York, 1957, p.XXII.

62Wilhelm von Humboldt, Uber die Verschiedenhei des menschlichen Speachbaues, Druckerei der Koniglichen Akademie der Wissenchaften, Berlin, 1836, p.XXXIV “Tambien idiomas supuestamente rudos e incultos pueden poseer excelencias destacantes en su estructura y poseen tales en realidad, y no seria imposible, que en esto superen a los de mayor cultura”. “Tambien los idiomas d elos llamados salvajes, que deberían estar mas cerca de tal estado natural, muestran precisamente una plenitud y variación que en todos lados trasciende las necesidades”.

63Kant, en su Idee zu einer allgemeinen Geschichte in welturgerlicher Absicht (Idea de una historia universal con intencion cosmopolita), en la Septima Sentencia, distingue entre cultura y civilización, relacionando la primera con el arte, la ciencia y la moralidad, mas la segunda con los nexos sociales.

64Notese la controversia parisiense con motivo del establecimiento de un parque de diversiones Disney.

65Oswald Spengler, El hombre y la técnica, p.21.

66Pues este es el sentido pristino del termino griego  θερια: acción de ver, contemplación.

67Politica, 1253ª. 3.

68Del verbo sto, que dennota posición, clase a la cual se pertenece como hombre nacido libre (a diferencia del esclavo) o como patricio (a diferencia del plebeyo). Ver Karl Ernst Georges, Ausfurliches Lateinisch-Deutches Handwarterbuch, 2 vols., 11ª. Ed., Hahnsche Buchhandlung, Hannover, 1962.

69Aristoteles solo considera πολιται, es decir, ciudadanos, a los que ejercen poder en asuntos administrativos o judiciales de un Estado;op.cit., 1275b-18-19.

70Carl von Clausewitz, Vom Kriege, Rowohlt, Hamburg 1963, p.13: La guerra no es sino la lucha de a dos extendida.

71Ibidem, p.217: Asi la política hace del elemento de la guerra, como algo subyudando todo, un mero instrumento.

72Por Alemania en 1918.

73 Forjado por Rudolf Kjellen, politólogo y jurista sueco

74Zhores A. Medvedev, Nuclear Disaster in the Urals, G. Saunders (trad.), Norton, Nueva York, 1979, p.72: El autor conjetura, en ausencia de datos oficiales de las autoridades sovieticas de la epoca, que fueron residuos radioactivos, provenientes de la operación de reactores nucleares y almacenados inadecuadamente, los que estallaron espontáneamente (p.155ss).

75No confundir con su hermano, Roy A. Medvedec, el historiador.

76Remanente longevo principal fision de uranio.

77Todos los estudios disfrazados de experimentos con contaminación radiaciva atificialmente provocada:’Of course the authors do not mention how the territory was contaminated” (p.119); “The assertion can almost always be found that  the contamination was introduced “for experimental purposes” (p.88).

78p.167:”On these, commonplace plants were growing in distorted shapes and sizes. They were known locally as the “the graveyards of the Earth”.

79p.91.

80p.86.

81p.123: “In general, very little has been done on the radiogenetic of popuulations in the Urals contaminated zone”.

82p.41: “the description of the lake and the explanation of how the radioactive cesium came to be in it are obviously falsified, although apparently the author was obliged to do this”;p 63: “But if we compare the information in the various publications, the methodological falsification becomes quite planning”; p.96: “Separate comment is called for on the author’s negligence toward, or falsification of, the data on celsium in this paper”.

83p.6: “I think this is a figment of the imagination”.

84pp.129 y 131: “the CIA had information about the Urals explosion […] In fact, they kept it secret for quite a few years”.

85 p.115:”In such cases there is a standard joke among Russian scientists: “So where is the chairman?” This time I would puut the question differently: ‘Who was the chairman?’ The answer can be found in the same volume, at the beginning of the section on ecology. The chairman of the radioecology session was –Sir John Hill”.

86CBS News, 60 Minutes, vol. XXVI, num28, Burelle, Livingston, Nueva Jersey, 1994, p.13.

87Ibidem.

88Gran diccionario enciclopedico Visual, Colombia, s.I., Programa Educativo Visual, S.L. 1993: AMOK. m. Acceso de la locura furiosa entre los malayos”; cfr. Encyclopedia Britannica: “Running Amuck”/

89EUA, el mayor contaminador del planeta, ha rehusado firmar un tratado limitando la emisión de CO2.

90Time, 1 de junio de 1992: “Summit to sabe the world".