martes, 7 de febrero de 2017

Puño cerrado no es puño abierto




El puño cerrado del cuerpo creyente en la sociedad se convierte en la imagen torpe comparada con la del ser capaz de tener una mano abierta, suave y ligera, capáz de escabullirse, jalar cables, instalar desorden y sobresaltos. No existen barreras con la mano abierta, al final de cuentas la nada; se a encargado de moldear esas posibilidades (pulgares oponibles) El puño cerrado es homogéneo, monotono y aburrido, por el contrario, las barreras del puño cerrado son interminables, incapaz de crear una acción netamente única. Da la imagen de falso rompimiento con la realidad pero por el contrario pregona la unidad de los cuerpos ordenados, organizados y negados en si mismos.

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